El oficio del labrador es cavar; el del monje, contemplar; el del ciego, rezar; el del oficial, trabajar; el del mercader, trampear; el del usurero, guardar; el del pobre, pedir, y el del caballero, dar, porque el día que el caballero comienza a atesorar hacienda, aquel día pone en pregones su fama.
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